ACADEMIA COMO PRÁCTICA

SOBRE LOS 5 SUPUESTOS

—Hernán Olayo Sandoval

«Más allá de lo extraordinario»

Sin duda que plantearse desde el espacio de lo común y lo corriente, en lugar de lo individual o incluso excepcional del proyecto autónomo, representa una necesidad del mundo actual, donde más del 50% de la población del mundo habita en ciudades. Tener una mirada integral sobre la ciudad con todas sus facetas sociológicas, culturales, antropológicas, de salud (en el caso de mi mirada particular), es la única forma de enfrentar los problemas que ya sufre la humanidad y que serán más agudos en el futuro próximo. Por lo tanto, la integralidad y el contexto del proyecto, en la situación de la vida en común de las personas, es hoy día indispensable. Al contrario de los proyectos en que hay un servicio a personas, cuando se sirve a colectividades, necesariamente hay que adoptar una mirada integral. Cuando se sirve a individuos, se adopta la mirada que tiene ese individuo de su contexto y ello, necesariamente, es una mirada individualista, que se aleja de lo colectivo y que por lo tanto no contribuye hacer del hábitat urbano ese ambiente que permita desplegar todas las facetas de la vida de las personas.

«Después de la ‘Arquitectura chilena’»

No es fácil elaborar una nueva forma de realizar proyectos considerando la participación ciudadana. La participación exige el reconocimiento del saber de los otros, por lo tanto, modestia y apertura a lo que en conjunto la comunidad puede aportar. Es un ejercicio de humildad y de reconocimiento del otro, de su identidad y dignidad. La forma más básica de dominación consiste precisamente en negar los saberes de los otros y al hacerlo, imponer el propio. En contraposición, este es un ejercicio de reivindicación de los saberes del otro y aceptación de ellos: una apertura a saberes no técnicos o académicos que permita superar las limitaciones para entrar a un diálogo horizontal, profundo y enriquecedor que posibilite realmente ponerse al día con las necesidades de las comunidades. En suma, generando protagonismo de los propios interesados.

«Contra el solucionismo arquitectónico»

Para un observador independiente, que ha trabajado en procesos de participación ciudadana, el “Solucionismo Arquitectónico”, tal como lo plantean, es evidentemente un espacio muy restringido del actuar del arquitecto. Si uno entiende el tema del habitar como el espacio doméstico en que cada uno se desarrolla con su grupo familiar u otro, es distinto del habitar del espacio urbano donde uno se relaciona con otras unidades familiares. En el primero, el habitar tiene que ver con relaciones interpersonales muy próximas; en cambio, el segundo, responde a relaciones de otra naturaleza y, por lo mismo, es que es necesario formular propuestas de convivencia mucho más complejas. Esto, en el marco de que las aglomeraciones urbanas, exigen cada vez más compartir esos espacios limitados y cada vez más reducidos debido a la misma presión de crecimiento urbano. En consecuencia, la solución no es arquitectónica, sino que es socio-estructural. Cómo generamos estructuras en las que podamos tener un espacio privativo y, al mismo tiempo, donde tengamos un espacio relacional, es un desafío difícil y que evidentemente implica sobrepasar las tradiciones de los proyectos arquitectónicos centrados en unidades familiares y en individuos. Darle importancia a lo colectivo es lo que se impone en el mundo de hoy día y en el futuro próximo.

«De la simulación a la autogestión»

En este aspecto es sin duda importante señalar lo significativo de poder interactuar con la gente, en varias dimensiones. Hay, sin embargo, dos que me gustaría destacar. La primera responde a confrontar las propias ideas con las del entorno y poder recibir del colectivo la retroalimentación que permita modificar las primeras y, así, adaptarse a las necesidades y percepciones de la gente. La segunda dimensión destacable consiste en, en vez de ir a confrontar a la comunidad con un proyecto, invertir el orden, y primero dirigirse a recibir un estímulo por parte de la comunidad y allí, en conjunto con ella, identificar el proyecto que más conviene a sus percepciones e intereses. En cualquier caso, es en esta experiencia de un trabajo “situado” donde nosotros nos compenetramos con las necesidades y las percepciones de la comunidad y, por lo mismo, es el elemento más importante de la gestión de estos proyectos: una gestión imbricada con las expectativas y percepciones ciudadanas y no solamente hechas a partir de un conocimiento de la realidad social que, por muy exacto que fuere, no es capaz de reproducirla en su integridad. Por eso, este paso es esencial para poder comprender que las soluciones colectivas, tienen que ser el resultado de necesidades producidas de la misma manera.

«La academia y la construcción de bienes comunes»

Los bienes comunes representan un gran desafío debido a que son bienes de uso y de administración común, que, además, en una experiencia participativa, son de generación común. Esto es extraordinariamente importante porque el sentido de pertenencia en relación a esos bienes se hace más fuerte a medida que éste se produce desde un primer momento de creación. Sin duda que esto es una oportunidad para desarrollar la capacidad de interpelar las necesidades de la gente, generando una relación mucho más próxima de las personas con los propios bienes comunes, aun cuando el aprovechamiento del espacio no represente un beneficio personal, sino que la oportunidad de vincularse y desarrollarse de una manera diferente.

Hernán Olayo Sandoval

Médico cirujano de la Universidad de Chile, especialista en Medicina del Trabajo y Toxicología de la Universidad de París. Consultor de la Organización Panamericana de la Salud y Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS). Se ha desempeñado como secretario ejecutivo de la Comisión de la Reforma de Salud que impulsó el Plan Auge y profesor invitado de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Harvard.

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