Texto curatorial Tres estados de suspensión
Rocío López | Denisse Viera | Fernanda López
Curatoria y texto: Cynthia Francica
En el contexto del proyecto “Tres estados de suspensión”, las obras de Rocío López Montaner, Denisse Viera y Fernanda López Quilodrán se centran en la degradación medioambiental y las ‘zonas de sacrificio’, espacios afectados por la concentración masiva de industrias contaminantes consideradas centrales para el desarrollo económico neoliberal chileno. Exploran performáticamente la relación entre sus cuerpos y los territorios amenazados a partir de intervenciones desplegadas en distintas regiones del país, enfocándose en la costa marítima, el valle y la cordillera.
Remiten a la crisis ecológica actual y a problemáticas de género y de clase, tensionando el devenir de los territorios y la noción misma de ‘sacrificio’, que se moviliza para pensar el lugar marginado de los cuerpos femeninos como el daño medioambiental. Exploran, así, la noción ‘cuerpo-territorio’- idea fuerza basada, como plantea Verónica Gago, en que resulta “imposible recortar y aislar el cuerpo individual del cuerpo colectivo, el cuerpo humano del territorio y del paisaje”.
Las acciones se sitúan en Ventanas (sitio de la refinería de cobre CODELCO), los monocultivos de pinos en La Araucanía, y una cementera en la Región Metropolitana. López Montaner explora la relación cuerpo-territorio a partir de la afectividad asociada a las palabras, el cuerpo femenino y la tierra. Su madre, Ana, ha escrito un poema que luego pinta sobre su cuerpo con pigmento de carbón -combustible fósil que más contribuye al cambio climático a nivel mundial. Su desnudez y exposición a los elementos durante las caminatas circulares que realiza adquieren resonancias particulares en el contexto de territorios altamente contaminados, visibilizándose su vulnerabilidad y, en términos amplios, la vulnerabilidad de lo vivo.
Denise Viera explora los elementos del agua, el fuego y el humo en tanto materialidades que le permiten entablar un diálogo entre el cuerpo, los objetos y los territorios. En Hielos, foto-performance situada en Playa Ventanas, trabaja con una esfera de hielo pigmentado que se derrite y tiñe sus manos, cuerpo y vestuario. La obra memorializa a los denominados ‘hombres verdes’, trabajadores de los años 60’ que se convirtieron en víctimas de la contaminación producida por la refinería y fundición Enami. En Pulso, realiza un sahumerio en una cantera de arcilla en Vilcún, utilizando un sahumador construido con fibras naturales y cartón reciclado. La acción rito-sahumerio, con su carga simbólica de limpieza y transmutación, constituye una ofrenda al territorio.
Fernanda López se propone explorar el apego con un ‘otro’ vegetal, y se plantea la pregunta de cómo escucharlo. Encuentra como respuesta provisoria el elemento del aire y el mecanismo de la respiración. Su proyecto involucra un traje de medición de dióxido de carbono de tres canales que le permite dialogar, por medio de la exhalación, con la papa y con el medioambiente. Los datos capturados son transformados por un procesador en palabras asociadas a cada reino, y a los efectos de la crisis climática. La obra explora la pregunta por la capacidad de sobrevivencia de seres de distintos reinos, y por la adaptabilidad del reino vegetal como una posible pauta a seguir.
La pregunta por la continuidad ‘cuerpo-territorio’ conlleva una metodología particular de investigación-creación: las obras se definen de forma dinámica en un diálogo constante con los espacios donde se realizan las acciones, los cuales determinan tanto su forma como su sentido. Se aborda, así, de manera procesual a partir de la sensorialidad, las condiciones físicas y los afectos que surgen del quehacer artístico, entretejiendo diferentes dimensiones de lo personal y lo colectivo, lo estético y lo político, lo humano y lo más que humano.